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Nilton Santiago

Lima, 1979. Poeta y abogado. Reside en Barcelona hace varios años. Ha publicado los libros de poesía El libro de los espejos (segundo Premio Nacional de Poesía Copé 2003; Lima, Ediciones Copé, 2005), La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad (II Premio Internacional de la Fundación Centro de Poesía José Hierro), El equipaje del ángel (XXVII Premio TIFLOS de Poesía; Madrid; Madrid, Visor, 2014), finalista del Premio Adonáis de Poesía 2014, y Las musas se han ido de copas (Madrid, Visor, 2015), con el que obtuvo el XV Premio Casa de América de Poesía Americana. En el 2019 fue galardonado con el Premio Internacional de Poesía Vicente Huidobro por su publicación de La historia universal del etcétera. Parte de su obra ha sido recogida en las antologías A otro perro con este hueso (Editorial Casa de Poesía, Costa Rica, 2016) y 24 horas en la vida de una libélula publicada en versión bilingüe búlgaro-español por la editorial Scalino.

 

Las cenizas de Ulises

 

 

Ahora lo sabemos, tu país era la sonrisa de Ulises,
la frontera más allá de la frontera,
donde las vacas y los cangrejos escapan de algún Chagall
y donde los autobuses, como hospicios para dramaturgos,
son misteriosos escarabajos atrapados en las autovías.
Sí, nuestro país es una nena de veintipocos que aún piensa que los chicos
creen en el matrimonio,
en esa luz que se parece demasiado al sexo de los ángeles.
Deberíamos dejar de hablar de nosotros,
del New York Times envolviendo los anónimos recuerdos de los campos de guerra,
como si fuesen pescado fresco,
allí donde los cascos azules caen como moscas
(total, por la cuenta que les trae a los banqueros y a los gorriones)
Por esos lares, los honorarios de las estrellas
son los mismos que el de los pájaros que brotaban de tu sonrisa
cuando éramos pequeños y los árboles recogían los frutos graves de la noche,
la frágil materia de las aves migratorias
(que también era la nuestra y la de las enfermeras de guerra)
Hoy he vuelto a casa, a la frontera más allá de la frontera
y tengo que decirte que los árboles son apenas un puñado de otoño
brotando de las chimeneas de los autobuses
(los árboles, que para nosotros eran mucho más que los sindicalistas de los bosques)
que Chagall está en paro,
que las columnas de rebeldes han firmado una tregua
con los murciélagos de traje y corbata
y que ya nadie me conoce, a pesar de que he preguntado por ti.
Déjame contarte que la clase media ha sido embotellada y arrojada por el retrete,
que nuestro amigo, el pescador, el que hablaba el dialecto
de las estrellas de mar,
ha dejado de beber, de colocarse y de hacer chistes sobre los conservadores,
y ahora lo ves deambular repitiendo una y otra vez
aquellas palabras de Céline:
“El amor es el infinito puesto al alcance de los caniches” y lo entiendo,
me pongo la chaqueta y, qué demonios, voy por cigarrillos
y una botella de ginebra.
Le hago otro flaco favor a mi soledad.

 

 

 

El equipaje del ángel, 2014.

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