Garantía de por vida
Los años llevan desgaste a las partes del cuerpo
y me imagino un negocio
donde los repuestos estén clasificados
por modelo y por fecha,
los experimentales y los de producción en masa
en mesas especiales de saldo
alentándonos a probar una nariz de plástico
inmune al daño solar
o superbaterías para el corazón o el hígado
que prometan durar para siempre.
Los modelos genéricos atraerían
al comprador de ingresos bajos,
las versiones de lujo a la élite
que tiene de todo
menos un cuerpo que marche a la perfección.
El lugar podría ser
una boutique exclusiva o un hipermercado
donde todo el mundo fuera a buscar gangas
Todavía ninguna cura para los cánceres más graves,
la demencia o la bacteria carnívora.
Soluciones a corto plazo que se anuncien
con términos elogiosos
ofrecidas en llamativos exhibidores
junto a la caja:
Te esperan a la salida,
y no se puede dejar seña.
El oxígeno portátil con sabor tropical
es el especial del mes.
Cuando la esperanza llega a un límite
no escasea el engaño.
Me imagino en un negocio, boutique o
sector de ofertas así de futurista,
y sé que es un sueño del Primer Mundo
Personas desesperadas de todo el planeta
venden partes de su cuerpo:
el pelo y los riñones
o usan los órganos para pasar contrabando.
Si les va bien, ganan lo suficiente
para comer unos meses más
o la oportunidad fugaz de otro día.
¿Qué querrá decir garantía de por vida
para un cuerpo que solamente lleva puesta la esperanza?
¿El consumidor aguantará hasta que haya ADN de diseño
o invertirá en partes del cuerpo de repuesto?
Y los que venden una parte de ellos, ¿cómo podrán estar seguros
de que no se pierde un haz de espíritu ni una hebra de personalidad
en ese arreglo de última instancia?
El privilegio deambula por el Primer Mundo
mientras en cualquier otro lugar la supervivencia tiene
un costo trágico.