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Javier Alvarado

Santiago de Veraguas, Panamá, 1982. Poeta. Licenciado en Lengua y Literatura Españolas de la Universidad de Panamá. Dentro de sus obras recientes se encuentran: Carta natal al país de los locos (Poeta en Escocia) (México, 2011), Ojos Parlantes para estaciones de ceguera (Nicaragua, 2011), Balada sin ovejas para un pastor de huesos (UTP, Panamá, 2011), Viaje solar de un tren hacia la noche de Matachín (Ediciones Universidad de Quintana Roo, México, 2013), La vida en mi plato de pobre (Ediciones INAC, 2015.), El libro de tus posesiones (Ajíaco Ediciones, Santiago de Chile, 2015.), Cartas arrojadas al Neva (INAC, Panamá.), Antología del archipiélago de las perlas (Costa Rica, 2016), Epopeya de las Comarcas (Valparaíso, 2017) y Viaje a una roca de gritos (2018). Ha sido galardonado con el Premio de Poesía Pablo Neruda 2004, Premio de Poesía Stella Sierra en el 2007. Mención de Honor del Premio Literario Casa de las Américas de Cuba 2010 con su obra Carta natal al país de los locos. Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2012. En 2014, obtuvo el Premio Medardo Ángel Silva a obra editada por su libro Carta Natal al país de los Locos. En el 2015 obtuvo el premio Ricardo Miró de poesía, máximo galardón de las letras panameñas. En 2017 obtiene el Premio Hispanoamericano de poesía de San Salvador y en agosto de 2018 se alza con el Premio de los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango (Guatemala).

 

-5-

 

¿Por qué asombrarse de que los muertos

no nos hablen de la muerte?

 

Su silencio será interpretado

Cuando nos acerquemos a ellos.

Edgar Lee Masters

 

 

Hay algo que concibe el silencio frente a frente

Agua con agua

Hacia el connubio matinal de los turbantes

Donde vivo, donde toco, donde palpo

Este mimo de soledad y de hecatombe

Atravesando siempre niño el humo

Y la tiniebla de mi vida en el plantío.

 

Cuantos días desperté, cuantas noches contemplaba

La buena madre que al otro lado del torrente

Lavaba y lavaba, ahí veía sus dientes funéreos

Como cartílagos de peces, ese silencio que no se puede traducir

En palabras, ese silencio que te recorre como una flor

Desde su tejido epitelial hasta el embadurnamiento

De los aceites y los perfumes. Te amortajaron los pájaros,

El plenilunio de las ciudades que amaste, el ofertorio de las estrellas

En su paroxismo voltaico.  Nos volvemos a desnudar en la huida,

En la marcha y en la refriega como el dínamo

Que se resuelve en pozo, en victoria, en agujero negro.

Vámonos a desfilar

Como montones de tierra que resisten

La plenitud

Y el saludo de los muertos.

 

-7-

 

 

-¿Te mataron a un vástago?

 

-Sembraste para la tierra un hijo.

 

-¿Te mataron a tus abuelos?

 

-Dos piedras más para el horno familiar.

 

-¿Te mataron a tus hermanos?

 

-Cárgalos como ladrillos para la casa sin fin.

 

-¿Te mataron a tu padre?

 

-Ya tienes la roca del molinillo para moler café.

 

-¿Te mataron a tu madre?

 

-Cámbiate de nombre.

 

-¿Te mataron a ti?

 

-Ya no huyas.  Saben que, en este verso, estás aquí.

 

 

 

 

Viaje a una roca de gritos, 2018.

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