



La curiosidad hace al gato
A estos lugares de la soledad
llegan los gatos
sin curiosidad
como si nada.
Me queda una vida y no quiero gastarla contigo.
Lugar llamado ebriedad
Imaginaba que traía la literatura
y los otros en vida contaban las hojas de café como billetes.
Imitaban a sus abuelos pero nunca lo hicieron bien.
En las madrugadas se percataban de ello
sonreían y después de un pequeño susto
invocaban a algunas amantes del pasado y las traían al cerebro
las amaban como nunca
como cortinas para fisuras de la vida.
Al otro día, temprano, estaban sentados
y pasaba para despertarlos como una luz que entra por la ventana.
—¿Si estaban dormidos, qué soñaron?
Digan, dejen caer el manojo de hojas
toquen con esa búsqueda ciega
cabezas quebradas
caminos de tacto
galerías de lo mismo.
A solas con los delirantes que sacan vagos recuerdos de sus bocas
de noche en esta casa se alaba al que se equivoca.
A Luis Eduardo López, in memorian