Aleyda Quevedo
Quito, Ecuador, en 1972. Estudió Comunicación Social en la Universidad Central del Ecuador. Fue redactora del diario El Comercio de Quito. Ha escrito los poemarios: Cambio en los climas del corazón (1989), La actitud del fuego (1994), Algunas rosas verdes (1996), Espacio vacío (2001), Soy mi cuerpo (2006), Dos encendidos, Manuela y Bolívar (2010), Jardín de Dagas (2013), Cierta manera de la luz sobre el cuerpo (2017). Sus textos han sido publicados en revistas como Eskeletra, Letras del Ecuador y otras. Con Algunas rosas verdes obtuvo el Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade, otorgado por el Municipio del Distrito Metropolitano de Quito. Colabora con las revistas La Otra (México) y Agulha (Brasil). Poemas suyos han sido traducidos al hebreo, portugués, alemán, francés e inglés, asimismo figura en diversas antologías y revistas de Hispanoamérica.
Metamorfoseada
Cuerpo y aliento ingresan al agua haciendo uso del mecanismo de la libélula. Hablo del cuerpo y del aliento en estado puro. Sin equipo. Pez o criatura parecida. Libre y despojada de deseos sin teorías de instructores de buceo. Tensión del cuerpo y fluidez constante en el ritmo de la sangre. Libélula de látex con mi equilibrio respiratorio. El agua se vuelve un ramaje de cristal de cuarzo. Densa estructura de burbujas. Campo de corales donde eres tan liviana y tan compleja planta acuática. Las vastas profundidades que logra alcanzar tu espíritu te rescatan del mundo que arriba apesta. Y te adentras más y eres agua, un solo cuerpo mimetizado en los torrentes más profundos del silencio del agua.
Corales
No importa la profundidad del descenso
o la imposible maleza derramada en el camino.
Es largo y frío el viaje sobre oscuros caballos.
Ejercicio de inmersión y belleza piadosa
hasta pisar altos jardines de coral negro.
Entre mi dolor –que conozco tanto desde el lodo-
y el universo poco explorado por la falta de tus palabras,
me quedan flotando la impenetrabilidad de la música y la sal.
Las medusas atrapadas entre mis pestañas me jalan rápido.
Más no importa el precio del descenso.
Es necesario volver al camino consciente del miedo
y el aliento del océano golpeándome en la nuca.
Ejercicios en aguas profundas, 2018.